martes, 9 de septiembre de 2008

Muere la compañera Celia Hart


Declaración por la muerte de Celia Hart
Por El Militante - Monday, Sep. 08, 2008 at 4:28 PM
elmilitante.argentina@gmail.com

Recién tuvimos conocimiento de la trágica noticia de la muerte en accidente de tráfico de Celia Hart Santamaría, 45 años de edad, y Abel Hart Santamaría, 48 años, hijos de Armando Hart Dávalos y Haydée Santamaría.

El accidente ocurrió la tarde del domingo 7 de septiembre en el distrito Miramar de La Habana. No conocemos los detalles pero parece que el auto chocó contra un árbol. Puede que las malas condiciones provocadas por el reciente huracán tuviesen algo que ver.

Los cuerpos de Celia y Abel fueron llevados al Funeral Rivero, Calzada y K, desde donde salió un desfile funerario hacia el cementerio Colón, donde fueron enterrados hoy a las 10 de la mañana hora local.

Celia Hart procede de una familia de veteranos revolucionarios cubanos que lucharon contra el dictador Batista junto con Fidel Castro. Celia Hart ha sido una sincera defensora de la herencia política y revolucionaria de León Trotsky. Sus artículos sobre este tema, que se han publicado en las páginas web de la Corriente Marxista Internacional (entre otras: El Militante-España, El Militante-Argentina y http://www.marxist.com), provocaron un intenso debate sobre la cuestión de Trotsky tanto en Cuba como internacionalmente.

Celia Hart nació en enero de 1962, justo unos meses después de la crisis de los misiles cubanos. Su madre, Haydée Santamaría ("la persona más extraordinaria que he conocido nunca") fue una revolucionaria desde sus primeros días y participó junto a Fidel Castro en el famoso asalto al Cuartel de la Moncada, donde perdió a su hermano y a su novio.

Armando Hart, su padre, comenzó sus actividades políticas por un camino diferente: en los oscuros días de la dictadura de Batista, cuando, como joven abogado, comenzó su agitación política y se convirtió en un dirigente estudiantil en la universidad. Fue miembro del Movimiento Nacional Revolucionario dirigido por García Barcena, un profesor universitario que se oponía a Batista y que fue encarcelado justo antes del asalto al Cuartel de la Moncada.

Armando Hart y Haydée Santamaría se dedicaron a la causa revolucionaria y lucharon junto con Fidel Castro y el Che Guevara. Cuando Batista finalmente fue derrocado, Armando se convirtió en el primer Ministro de Educación de la Revolución y Haydée Santamaría fue nombrada Presidenta de la Casa de las Américas, en realidad fundada por ella.

Haydée siempre se opuso a la "sovietización", es decir, al intento de imponer en Cuba una rígida burocracia estalinista y, al pensamiento y metodología dogmáticos. En la Casa de las Américas no había espacio para el dogmatismo ni para el presunto realismo socialista. Ella estuvo junto a una verdadera galaxia de talentos: Benedetti, Mariano Rodríguez y otros. Trágicamente, se suicidó en 1980. Por su parte, Armando Hart tuvo una brillante carrera intelectual y, en la actualidad, después de más de vienta años como Ministro de Cultura cubano, está a cargo de la Oficina del Programa Martiano.

En las propias palabras de Celia: "Crecí en el ojo del huracán, entre la tremenda pasión de mi madre y la inteligencia y devoción por el estudio de mi padre, los dos firmemente insertados en la vida política de Cuba". En 1980, un mes antes del suicidio de su madre, Celia decidió estudiar física en la Universidad de La Habana. Dos años después fue enviada a terminar sus estudios a la Universidad de Dresden, en la ex-República Democrática Alemana.

Celia continuó sus estudios hasta graduarse en 1987, la primera mujer extranjera que se graduó en esta facultad. Después regresó a La Habana donde trabajó hasta hace un año en la universidad, publicando aproximadamente 15 obras especializadas en magnetismo superconductividad. También participó en aproximadamente media docena de congresos en Italia, Brasil y Argentina.

Hablando sobre este período de su vida, Celia me dijo:

"En 2004 se suponía que debía terminar mi doctorado en Físicas, pero yo estaba poniendo el toque final a una obra sobre Filosofía, como parte de mi doctorado, y me di cuenta de que mi gran amor por la física no era un fin en sí mismo, sino sólo un medio para un fin".

Y continuaba:

"Durante mi estancia en la República Democrática Alemana, me di cuenta de que había una contradicción entre la inevitabilidad del socialismo para luchar por un mundo mejor y la burocracia, la asfixia de toda iniciativa y la apatía que encontré en ese país, a pesar de las buenas condiciones de vida. Me repelían las excesivas imágenes de Honecker que encontraba en cada ventana".

De esta manera, lenta pero segura, se preparó el terreno para la transición de Celia al trotskismo, que describía con las siguientes palabras:

"En 1985 regresé a Cuba de vacaciones y confesé a mi padre mis sentimientos de absoluta desesperación. En respuesta, mi padre abrió un armario y sacó cuatro libros: los tres volúmenes de la biografía de Trotsky escrita por Isaac Deutscher y La revolución traicionada de Trotsky. Devoré estos libros, pero hasta unos pocos meses después no tuve oportunidad de leer el resto de las obras de Trotsky".

"Desde ese momento", continúa Celia, "todo comenzó a ocupar su lugar como las piezas de un rompecabezas. Comprendí cómo la revolución rusa, y no sólo la revolución rusa, había sido traicionada y millones de compañeros habían sido engañados".

Sin embargo, ninguna de las obras de Celia fue publicada en Cuba, excepto un prólogo a un libro escrito por su madre titulado: Haydée habla del Moncada. Sus escritos fueron publicados por primera vez en la página web de El Militante y en Marxist.com (ver La bandera sobre Coyoacán) y también en la revista española Marxismo Hoy. Más tarde publicamos un libro con sus escritos en castellano titulado: Apuntes revolucionarios, que fue introducido al público en España y Cuba por la Fundación Federico Engels.

Los compañeros de la Corriente Marxista Internacional (CMI) fueron los primeros que contactaron con Celia Hart y le dieron la oportunidad de entrar en contacto con el trotskismo internacional. Asistió a nuestro congreso mundial de 2004 y tuvo intensas discusiones con los compañeros. Poco después ella escribía:

"Acabo de regresar después de asistir al congreso internacional de la corriente marxista. Fue para mí una experiencia muy importante. Encontré a algunos compañeros maravillosos de Pakistán, Israel, España, EEUU... Y vi que no estoy sola, que las mismas ideas que yo defiendo están por todo el mundo. Estas son las ideas del futuro. Agradezco a todos los compañeros por el verano más feliz de mi vida.

"Se abre para mí un nuevo y excitante capítulo. Es un sentimiento muy extraño. Hace menos de un año era investigadora en física en la Universidad de La Habana. Ahora no sé cuál es el futuro. Pero he comprendido que la ciencia y el método científico, es el mejor método con el que se puede poner en práctica esta apasionada lucha revolucionaria".

Desde entonces Celia ha estado en contacto regular con la CMI y ha hablado en nuestras reuniones en distintos países. En febrero de este año habló en la primera presentación en Cuba de La revolución Traicionada de Trotsky, en la Feria del Libro de La Habana, organizada por la Fundación Federico Engels con más de 100 personas en la sala.

Celia Hart siempre fue muy apasionada en sus ideas y en la lucha por el socialismo. Tuvimos muchas discusiones con ella, a veces llegando a un acuerdo, otras veces no, pero en todos nuestros encuentros siempre reinó un sentimiento de camaradería y amistad, siempre hablaba muy cariñosamente sobre El Militante y la CMI.

Más recientemente habló en un acto muy exitoso con 200 personas en Montreal, el 28 de mayo de este año, que organizamos conjuntamente. Al día siguiente hubo una reunión sobre La Revolución Permanente organizada por la CMI donde ella también habló. Por lo que ese fue su último acto público con nosotros, aunque habíamos planeado invitarla para que hablara en la presentación de mi nuevo libro Reformismo o Revolución en la Feria del Libro de La Habana en febrero del próximo año.

Desgraciadamente no va a poder ser. Un cruel accidente nos ha arrebatado a una amiga y compañera muy valiosa y querida. Pero su memoria vive en los corazones y en las mentes de todos aquellos que la conocimos. Y sobre todo, las ideas que defendimos juntos viven y serán más fuertes cada día. Este es el mejor monumento conmemorativo que habría deseado Celia Hart.

¡Adiós compañera Celia! ¡Continuaremos la lucha!

¡Hasta la victoria siempre!

Alan Woods, Londres, 8 de septiembre de 2008


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Mensaje de condolencia enviado por la Fundación Federico Engels

A la atención de Graciela

Estimada compañera:

Acabamos de recibir la trágica noticia de la muerte de Celia y Abel, a los que tuvimos la gran suerte de conocer.

Es muy difícil transmitir lo que sentimos en estos momentos tan difíciles. Durante los años transcurridos desde que los conocimos fueron muchas las vivencias, proyectos, anécdotas, conversaciones... en La Habana, en Madrid, en Barcelona, que compartimos en común y que jamás se borrarán de nuestra memoria. Celia supuso para todos nosotros una bocanada inacabable de entusiasmo y confianza en el futuro socialista de la humanidad. Sus artículos y trabajos, parte de los cuales tuvimos la gran suerte de poder editar, quedarán como un tributo imborrable de su lucha revolucionaria.

Si hay algo que Celia sabía transmitir, y cualquiera captaba al instante de conocerla, era su pasión por la revolución. La lucha contra el imperialismo y por la revolución socialista hervía en su sangre y la llenaban de una energía contagiosa. Ese es también nuestro compromiso y nuestro mejor homenaje para ella.

En nombre de todos los compañeros de la Fundación Federico Engels y de la Corriente Marxista El Militante os queremos hacer llegar nuestro más sincero pésame a los familiares, amigos y compañeros de lucha, y muy en particular a su padre Armando Hart y a sus hijos José Julián y Ernesto.

Te pedimos que hagas llegar este mensaje a Armando Hart y a los hijos de Celia.

Un fuerte abrazo

Juan Ignacio Ramos
Presidente de la Fundación Federico Engels

¿Transgénicos a favor o en contra? ¿Porqué?


Carmelo Ruiz Marrero

ALAI AMLATINA, 09/092008, San José.- ¿A qué se debe la controversia en torno a los alimentos genéticamente modificados, también conocidos como transgénicos? ¿Son seguros para consumo o no?

Quienes defienden los transgénicos argumentan que no hay evidencia científicamente válida de que hagan daño. ¿Existe tal evidencia o no? Esta pregunta tiene sólo dos respuestas posibles, y ninguna de las dos trae sosiego. O respondo que sí hay evidencia de daños o respondo que no la hay. Podría responder de inmediato que sí, pero para demostrar que es la pregunta incorrecta responderé de primera intención que no.

Si no existe tal evidencia, todavía el debate queda abierto, todavía no queda demostrado para nada que sean seguros. Después de todo, ausencia de evidencia no es evidencia de ausencia.

Quien esté tranquilo y satisfecho con la aseveración de que no hay evidencia de daños está presumiendo que alguien en alguna parte está haciendo o ha hecho averiguaciones a respecto. Los defensores de los transgénicos señalan, con un aire de finalidad como para poner fin al debate, que la agencia estadounidense FDA, que vela por la inocuidad de medicamentos y alimentos, declaró que estos productos son sustancialmente equivalentes a sus contrapartes no transgénicos y que por lo tanto no presentan ningún riesgo novedoso al consumidor.

Pero la FDA no examina los alimentos transgénicos. Lo que hace es aceptar los datos que le someten las compañías que los hacen. Casi todos los estudios que someten son confidenciales. Si son tan seguros estos productos, ¿Por qué la confidencialidad?

“El consultar la FDA sobre la seguridad de alimentos transgénicos es un ejercicio puramente voluntario, en el que la agencia recibe resúmenes sin datos y conclusiones sin fundamento”, informa el investigador Jeffrey Smith en su excelente libro 'Genetic Roulette' (Ruleta Genética). “Si la compañía alega que sus alimentos son seguros, la FDA no tiene más preguntas. Por lo tanto, se aprueban para venta variedades transgénicas que nunca fueron alimentadas a animales en estudios de seguridad rigurosos y probablemente nunca a humanos tampoco.”

La FDA “depende casi totalmente de la notificación voluntaria de las compañías de biotecnología”, advierten los científicos húngaros Arpad Pusztai y Susan Bardocz. La FDA “sólo acepta las aseguranzas de las compañías de biotecnología de que su producto es seguro.”

Los defensores de los transgénicos nos dicen que son los productos más minuciosa y exhaustivamente examinados de toda la historia y hacen referencia a montañas de estudios y datos a este fin. Pero cuando uno excluye los estudios que son confidenciales entonces la pila se achica bastante. De la pila que queda, la mayor parte consiste de estudios que si bien son minuciosos fueron hechos para determinar variables agronómicas relacionadas a la productividad y rendimiento, datos que no tienen ninguna utilidad para determinar inocuidad. Una vez excluimos esos, la pila de estudios y datos se achica más aún.

De los estudios que tienen alguna relevancia a la salud humana, ¿Cuántos de estos son públicos y no confidenciales? ¿Cuantos han pasado por el proceso de revisión por los pares y sido publicados en la literatura científica? Como que la pila sigue achicándose. Y de éstos, ¿cuántos NO fueron financiados por la industria de biotecnología?

¿Quién puede creer que la fuente de financiamiento de una investigación científica no es de importancia? En un informe publicado en la revista Nutritional Health, I. F. Pryme y R. Lembcke observan que los estudios científicos sobre transgénicos que no son financiados por la industria tienden a encontrar problemas con serias implicaciones para la salud humana, mientras que los estudios financiados por la industria nunca encuentran ningún problema.

De cualquier modo, ¿Qué compañía ha encontrado algo malo con sus propios productos? ¿Cuántas décadas pasaron antes de que la industria tabaquera admitiera tímidamente que quizás podía existir alguna relación entre su producto y el cáncer?

Sepan ustedes que los estudios sobre transgénicos revisados por los pares y debidamente publicados que tengan alguna relevancia a la salud humana son apenas más de veinte. De estos, ¿Cuántos fueron realizados con sujetos humanos? Uno solamente. Es realmente preocupante que se hayan comercializado estos productos de manera masiva cuando la base de datos sobre su inocuidad es tan diminuta.

Las pocas veces que datos confidenciales sobre alimentos transgénicos han salido a la luz pública éstos han resultado ser sumamente preocupantes.

El 22 de mayo de 2005 el periódico inglés The Independent reportó la existencia de un informe secreto de la compañía de biotecnología Monsanto sobre su maíz transgénico Mon 863. Según el informe, de 1,139 páginas, ratas alimentadas con este maíz por trece semanas tuvieron conteos anormalmente altos de células blancas y linfocitos en la sangre, los cuales aumentan en casos de cáncer, envenenamiento o infección; bajos números de reticulocitos (indicio de anemia); pérdida de peso en los riñones (lo cual indica problemas con la presión arterial); necrosis del hígado; niveles elevados de azúcar en la sangre (posiblemente diabetes); y otros síntomas adversos. Portavoces de Monsanto aseguraron que la compañía haría público el informe, pero no lo hizo de buena gana, alegando "confidencialidad", y al principio sólo publicó un sumario de once páginas. No fue sino hasta que un tribunal alemán ordenó su divulgación unos meses después que el texto entero fue hecho público.

Es importante señalar que esta importante información es pública no por la buena fe de Monsanto sino porque algún buen empleado con acceso a documentos confidenciales de la compañía se tomó el riesgo de llevarla a la prensa. De no ser por este héroe anónimo, todavía hoy seríamos felizmente ignorantes sobre los efectos del Mon 863. Cabe preguntar entonces, ¿Habrá otros transgénicos nocivos que la industria de biotecnología nos está dando de comer a sabiendas de que son dañinos?

¿Qué más se puede esperar de una compañía como Monsanto? El excelente documental Le Monde Selon Monsanto (“El Mundo Según Monsanto”) de la cineasta francesa Marie Monique Robin, muestra cómo esta corporación ha pasado décadas negando responsabilidad por los horrendos daños a la salud ocasionados por el Agente Naranja, defoliante tóxico que ésta fabricó y que se utilizó extensamente en la guerra de Vietnam.

También se presenta en el filme el caso del pueblo de Anniston, en Alabama, EEUU, el cual sufrió por décadas de contaminación de sustancias tóxicas conocidas como PCB vertidas por Monsanto, contaminación que la compañía pretendió encubrir. En el curso de la batalla que la comunidad de Anniston dio en corte salió a luz un memorando interno de la compañía que decía “No nos podemos dar el lujo de perder un solo dólar de ganancia” (We can't afford to lose one dollar of business).

En vista de estos hechos, ¿Qué se puede esperar de esta compañía cuando nos asegura que sus transgénicos son seguros? Robin y yo no criticamos a Monsanto de manera arbitraria y gratuita. Es que la compañía tiene 90% del mercado mundial de cultivos transgénicos, por lo tanto es sólo justo que reciba 90% de nuestras críticas.

Otro caso preocupante que demuestra que la FDA no está haciendo nada en lo absoluto para asegurar la inocuidad de los transgénicos es el del guisante australiano. En 2005 un guisante transgénico experimental desarrollado en Australia por la Commonwealth Scientific and Industrial Research Organization provocó una fuerte reacción inmunológica en ratas de laboratorio.

Científicos de la escuela de investigación médica John Curtin en la ciudad de Canberra sometieron el guisante transgénico a una batería de pruebas de las que normalmente se hacen a medicamentos, no a alimentos. Las ratas que ingirieron el producto mostraron cambios significativos en sus sistemas inmunológicos y nódulos linfáticos. Esto es más que suficiente para prohibir su consumo.

Hay que enfatizar que las pruebas que realizaron los australianos no son requeridas por ley para alimentos transgénicos en Estados Unidos. Este producto hubiera entrado al mercado estadounidense si hubiera pasado por el sistema regulatorio de la FDA. Por lo tanto, no nos sorprenda que productos transgénicos igual o más nocivos que el guisante en cuestión pueden estar en el mercado ahora mismo.

Igual o más interesante que los resultados del experimento es el hecho de que los mismos científicos que desarrollaron el guisante y realizaron el experimento no entendían la importancia de lo que habían hecho. Las pruebas que habían realizado nunca antes se habían hecho con alimentos transgénicos y aún así ellos realmente estaban convencidos de que las pruebas que habían hecho eran la norma en el resto del mundo. Esto demuestra que los propios biotecnólogos -al menos la mayoría de ellos- están sumamente desinformados sobre su propio quehacer.